Todavía se me olvida que en el internet están las respuestas para casi todo. A veces se me olvida recurrir a la red para solucionar ciertos problemas que me surgen a diario. Por ejemplo, cuando experimento algún dolor o molestia y necesito saber su origen pregunto a mis hermanas mayores, recurro a su experiencia. Luego me acuerdo de que debe existir una página o aplicación que no solo puede proveerme la información sobre un posible padecimiento, sino también el remedio. Lo mismo sucede cuando debo construir o reparar cualquier cosa. Mi primera reacción es pensar cuál de mis amigos sabe cómo hacerlo. Luego me doy cuenta de que seguramente en la web existen miles de videos que me explican paso a paso como llevar a cabo la tarea e incluso añadir elementos que ni se me ocurrirían. Supongo que esta situación sucede debido a que pertenezco a la denominada Generación X, en una época en la que nosotros y el internet crecimos juntos. Como toda generación salimos de un mundo que se apagaba y otro que se encendía, pero en nuestro caso fue diferente. Las generaciones pasadas no experimentaron el paso hacia lo virtual, permanecieron en un mundo mucho más asociado con lo que entendemos por “lo real”. Esto nos marca como grupo histórico porque la vida nos fue entrenando (a fuerza de instrucciones electrónicas y también de cantazos) para saber que las respuestas a los problemas no siempre tienen como origen, fuentes cercanas, palpables o verificables, sino lo contrario emisores lejanos, digitales y anónimos. Por eso es que veo esta relación con el mundo electrónico y virtual como una de des-aprendizaje. Cuando surge un problema el instinto y la costumbre me llevan a recurrir a la experiencia (hermanos, amigos, etc.) sin embargo, la consciencia que se topa de frente con el celular, la tablet o la computadora me lanza al espacio de información virtual. Se trata de desaprender que las respuestas están en los libros o en la universidad de la vida o de la calle para aprender que con mayor probabilidad se encuentran en las redes, en donde la información y la experiencia se funden monumental y vertiginosamente como en un cuento de Borges.
Recientemente he experimentado esta situación de inconsistencia virtual, pero no con un problema o necesidad, sino con el entretenimiento. Un día comencé a recordar con mi memoria interna (no con la externa-virtual) lo mucho que me divertía jugar un juego electrónico del desaparecido Sega Master System durante el año 1989. Se llamaba Astro Warrior y consistía de una nave espacial que disparaba a objetos enemigos que aparecían de arriba hacia abajo de la pantalla. El juego se desarrolla a través de tres niveles con una nave superior al final de cada uno, cuyos nombres eran Zanoni, Nebiros y Belzebul. El reto del juego consistía en aprender los patrones de movimiento y ataque de los enemigos para buscar la mejor manera de esquivarlos o eliminarlos. Mientras me divertía navegando por las aguas del recuerdo de repente sucedió lo que he explicado antes. Se me ocurrió preguntarle a Google God, si sabía algo del juego. Como siempre obtuve más de lo que pedí, pues no solo encontré datos e imágenes sobre el juego, sino también páginas en las que todavía es posible jugarlo.
Demás está decir que me tiré media mañana reaprendiendo a jugar Astro Warrior. Mientras jugaba una inusual exaltación me consumía. Se trataba de algo parecido a la sensación de volver a correr bicicleta; nunca se olvida. La memoria interna que por sí sola había comenzado a traer recuerdos de aquel juego de la infancia se reencontraba ahora con otra memoria, la que guarda las imágenes, los sonidos y los movimientos verdaderos de la pequeña nave espacial. Memoria interna (mental) y externa (virtual) se encontraban después de veintiséis años de separación para iniciar la batalla en contra de los enemigos. La memoria interna advertía sobre atajos, puntos de ventaja y trucos de ataque. La memoria virtual aportaba el reto de lo inesperado de lo que incluso en los días de juego pasados no se había conseguido superar. Se trataba de un acto de entretenimiento que despertaba y que era ayudado por las manos de estas dos memorias para levantarse del letargo en el que había permanecido por años. No tuve más remedio que pensar que todo parecía un sueño e inmediatamente recordé las palabras que el personaje Morpheus le dice a Neo en el filme The Matrix:
"Have you ever had a dream, Neo, that you were so sure was real? What if you were unable to wake from that dream? How would you know the difference between the dream world and the real world? Welcome to the real world."
Las palabras de Morpheus explican el estado en el que me encuentro ahora después de tantos ratos que he pasado jugando Astro Warrior. El mundo real en el que jugaba a finales de los ochenta, y que solo existía en el recuerdo, ha colisionado y se ha fundido de tal manera con el mundo virtual que conserva el juego intacto, que ya no existen de forma independiente. Lo real es la unión del recuerdo con la experiencia de juego actual. Se trata de una memoria rescatada del recuerdo y traída a lo real. Jugar lo que solo se recordaba que se jugaba, jugar ahora de la misma forma como se jugaba antes. Hasta que desaparezca el acceso al juego no habrá recuerdo ni nostalgia posterior solo acto de entretenimiento.
Sé que toda esta experiencia que les cuento no es exclusiva del acceso al espacio virtual a través del internet. La misma sensación se puede obtener cuando escuchamos un viejo disco, cuando vemos fotos o cuando comemos algo que hace mucho tiempo no saboreábamos. Sin embargo, lo que me impresiona de mi rencuentro con Astro Warrior y es lo que intento concluir con este escrito, es que el internet no solo ha transformado profundamente nuestra manera de vivir el presente y proyectarnos hacia el futuro, sino que nos ha dado un acceso mucho más amplio hacia nuestro pasado. Piensen por ejemplo, en cuántas personas se han reencontrado a través de las redes, cuantos objetos perdidos y olvidados han regresado a sus dueños, cuantas imágenes han vuelto a reconstruir historias quebradas, narrativas dislocadas. La convivencia en las redes a través del internet ha creado una mega memoria colectiva que estará mucho más accesible para todos. Una especie de convivencia con la inmediatez del acceso al pasado nos aguarda. Quizás llegue un momento en el que no sea necesario recordar, el olvido sea un lujo y aprender sin conexión electrónica sea un hobby. Sé que suena triste y hasta duele un poco, pero seguramente el internet tenga también un remedio para ello. Un remedio contra los efectos secundarios del remedio. Un remedio para para reprogramar del olvido.
Por si quieren jugar aquí pueden hacerlo: http://game-oldies.com/play-online/astro-warrior-pit-pot-sega-master-system#
Recientemente he experimentado esta situación de inconsistencia virtual, pero no con un problema o necesidad, sino con el entretenimiento. Un día comencé a recordar con mi memoria interna (no con la externa-virtual) lo mucho que me divertía jugar un juego electrónico del desaparecido Sega Master System durante el año 1989. Se llamaba Astro Warrior y consistía de una nave espacial que disparaba a objetos enemigos que aparecían de arriba hacia abajo de la pantalla. El juego se desarrolla a través de tres niveles con una nave superior al final de cada uno, cuyos nombres eran Zanoni, Nebiros y Belzebul. El reto del juego consistía en aprender los patrones de movimiento y ataque de los enemigos para buscar la mejor manera de esquivarlos o eliminarlos. Mientras me divertía navegando por las aguas del recuerdo de repente sucedió lo que he explicado antes. Se me ocurrió preguntarle a Google God, si sabía algo del juego. Como siempre obtuve más de lo que pedí, pues no solo encontré datos e imágenes sobre el juego, sino también páginas en las que todavía es posible jugarlo.
Demás está decir que me tiré media mañana reaprendiendo a jugar Astro Warrior. Mientras jugaba una inusual exaltación me consumía. Se trataba de algo parecido a la sensación de volver a correr bicicleta; nunca se olvida. La memoria interna que por sí sola había comenzado a traer recuerdos de aquel juego de la infancia se reencontraba ahora con otra memoria, la que guarda las imágenes, los sonidos y los movimientos verdaderos de la pequeña nave espacial. Memoria interna (mental) y externa (virtual) se encontraban después de veintiséis años de separación para iniciar la batalla en contra de los enemigos. La memoria interna advertía sobre atajos, puntos de ventaja y trucos de ataque. La memoria virtual aportaba el reto de lo inesperado de lo que incluso en los días de juego pasados no se había conseguido superar. Se trataba de un acto de entretenimiento que despertaba y que era ayudado por las manos de estas dos memorias para levantarse del letargo en el que había permanecido por años. No tuve más remedio que pensar que todo parecía un sueño e inmediatamente recordé las palabras que el personaje Morpheus le dice a Neo en el filme The Matrix:
"Have you ever had a dream, Neo, that you were so sure was real? What if you were unable to wake from that dream? How would you know the difference between the dream world and the real world? Welcome to the real world."
Las palabras de Morpheus explican el estado en el que me encuentro ahora después de tantos ratos que he pasado jugando Astro Warrior. El mundo real en el que jugaba a finales de los ochenta, y que solo existía en el recuerdo, ha colisionado y se ha fundido de tal manera con el mundo virtual que conserva el juego intacto, que ya no existen de forma independiente. Lo real es la unión del recuerdo con la experiencia de juego actual. Se trata de una memoria rescatada del recuerdo y traída a lo real. Jugar lo que solo se recordaba que se jugaba, jugar ahora de la misma forma como se jugaba antes. Hasta que desaparezca el acceso al juego no habrá recuerdo ni nostalgia posterior solo acto de entretenimiento.
Sé que toda esta experiencia que les cuento no es exclusiva del acceso al espacio virtual a través del internet. La misma sensación se puede obtener cuando escuchamos un viejo disco, cuando vemos fotos o cuando comemos algo que hace mucho tiempo no saboreábamos. Sin embargo, lo que me impresiona de mi rencuentro con Astro Warrior y es lo que intento concluir con este escrito, es que el internet no solo ha transformado profundamente nuestra manera de vivir el presente y proyectarnos hacia el futuro, sino que nos ha dado un acceso mucho más amplio hacia nuestro pasado. Piensen por ejemplo, en cuántas personas se han reencontrado a través de las redes, cuantos objetos perdidos y olvidados han regresado a sus dueños, cuantas imágenes han vuelto a reconstruir historias quebradas, narrativas dislocadas. La convivencia en las redes a través del internet ha creado una mega memoria colectiva que estará mucho más accesible para todos. Una especie de convivencia con la inmediatez del acceso al pasado nos aguarda. Quizás llegue un momento en el que no sea necesario recordar, el olvido sea un lujo y aprender sin conexión electrónica sea un hobby. Sé que suena triste y hasta duele un poco, pero seguramente el internet tenga también un remedio para ello. Un remedio contra los efectos secundarios del remedio. Un remedio para para reprogramar del olvido.
Por si quieren jugar aquí pueden hacerlo: http://game-oldies.com/play-online/astro-warrior-pit-pot-sega-master-system#